sábado, 8 de julio de 2017

EL BAR DE MÓRTIMER XXVIII

      


2006-03-29 14:45:49
Perdón. No activé a mi personaje. Ya charlaré con ustedes tomando unas cañitas, pero en otro momento.

Saludos, señores. 


2006-03-29 21:42:34
Alexander se acomoda un poco la corbata, le da un trago a su whisky y extiende su mano.

“Bienvenido a bordo, Juanito” dice y saca una hoja de su saco y una pluma del bolsillo de su camisa. “Ahora solo tienes que poner tu nombre donde esta la equis” el pequeño firma y el joven sonríe maliciosamente. “Bien, muchacho, ahora eres mi secretario oficial. Ven, tenemos mucho que hacer y el tiempo se nos va acabando”

El joven se levanta, deja un billete en la barra y se va con Juanito a su lado.

“Desde entonces tu eres independiente de toda la servidumbre de la guardería, pero tienes aun mucho que aprender sobre este oficio, por lo pronto tenemos que buscarte ropa mas adecuada al oficio que te he encomendado, te tienes que ver elegante, como todo un gran caballero. Ese suetercillo y esos pantalones no te quedan bien, iremos con una vieja amiga a que te confeccione un buen traje de tu altura.”

Alexander mete su mano a su saco y extrae un pedazo de tiza oscura con la cual dibuja una puerta en una pared del hotel, ante el asombro del niño la puerta se abre y ambos entran a un lugar muy caluroso y lleno de flamas. Una vieja enmienda unos pantalones, sus cabellos son largos y blancos y su rostro esta empapado en arrugas, es jorobada y carece de ojos.

“Alexander, tenia mucho tiempo sin escucharte” dice la vieja con una vos de ultratumba

“En efecto” contesta le joven “he venido para presentar a mi nuevo secretario, creo que necesita que le confeccione un traje, usted sabe, todo buen hombre debe de estar presentable.”

La vieja se acerca a Juanito y pasa sus huesudas y arrugadas manos sobre el rostro del chiquillo, lo mide utilizando solo el tacto.

“Claro, Alex, con gusto le confecciono un traje a su altura, por favor tomen asiento mientras esperan.”

Los dos toman asiento en un sillón que aparece de la nada y Alexander explica mientras la vieja desaparece:

“Veras, Juanito, yo no pertenezco al mundo donde tu perteneces, pero ahora que has firmado nuestro contrato y trabajas para mi, te has vuelto parte de la servidumbre de por aquí, no te preocupes, a ti te toco un buen puesto. Hay muchos que morirían por tener el lugar que tu tienes [dicho esto Alexander suelta una risa maléfica] se todo sobre tu historia y sobre ti Juanito, eres un buen chaval, perfecto para el lugar que ocupas, cuando seas grande y fuerte no habrá poder humano que pueda contra ti, tendrás lo que siempre has soñado, mujeres, fortuna, reconocimiento. Por lo pronto debo de entrenarte y tu debes de poner atención, ser demonio no es solamente quebrar esto, robar lo otro, decirle a aquel que mate, al otro que mienta, no, es un trabajo que requiere de mucha agilidad en todos los aspectos.”

La vieja reaparece con un traje de la altura de los mas grandes diseñadores en las manos y advierte: “quien use este traje deberá de servir a nuestro príncipe durante toda la eternidad.”

Juanito no entiende de lo que la vieja habla y se pone el lustroso atuendo, de pronto, siente como un par de pequeños cuernos salen de su frente, una cola roja aparece también, y unas alitas de demonio engalanan su espalda. En lugar de asustarse, el niño goza de su nueva apariencia. Ahora, mas que nunca, se parece mas a su nuevo ídolo.

Alexander agradece a la vieja que le besa la mano, y de pronto, ambos están en uno de los jardines del hotel, Alexander con una copa de vino en la mano y Juanito con su primer vaso de whisky.

2006-03-30 09:33:11
Mortimer, anochecer de un día agitado
-¡Alvarito! ¡Alvarito! ¡Vamos muchacho! Acomodate la ropa-Lo mira con una sonrisa burlona-No te hagas demasiadas ilusiones con Nina. Es el tipo de mujer que se conforma con las pequeñas cosas de la vida. Un pequeño tapado de visón... un pequeño collar de esmeraldas... una pequeña cuenta corriente... y tú, na das el tipo. ¡Vamos muchacho! A aprovechar esos patines, pasea este cartel por todo el hotel. Cuándo encuentres estas tres personas, las mandas al consultorio de la doctora Norma... ¡Vamos! ¡Ya!
Mortimer ve a Pestolazzi que se aleja, y le dice:
-¡Oiga! un segundo... venga... venga-Otra vez baja la voz gangosa-Primero... se lo que es la soledad, pero mejor no se acerque a la doctora Norma.
-¿Porqué?
-Porque yo se lo pido-Y mientras dice esto, le muestra al culata del arma en su cintura-Esta noche tenemos que hacer un trabajo...
-¿Quiénes?
-Usted y yo, y Slim... y Sam.
-No creo que Slim esté en condiciones...
-Asegurese que lo esté. Dele café negro, una ducha helada y llevelo a tomar aire a alguna plaza.
-Pero... ¿Adónde vamos?
-A la Aduana, tenemos algo que sacar de hay ¿Se recuerda?
-¿Porqué no usar a Alexander?
-Escuche con atención-Mortimer sonaba conspirador-Alexander ya no es el mismo muchacho tímido y quejumbroso, que merodeaba el bar. En un gesto de inusual... como podría decir... ¿bondad?... reparó el bar. Pero no conviene molestarlo por tonterías, ni hacerlo muy seguido. El es más parecido al padre, de lo que piensa. El padre nunca hace nada, sin pedir algo a cambio. Y lo que suele pedir, es muy difícil de cumplir. Hágame caso, solo recurriremos a ellos en caso extremo...
-Si usted lo dice...
-Bien, hasta la noche, vamos a repartirnos las tareas. Yo voy a tratar de conseguir un camión para las mudanzas, tenemos que llevar bultos grandes. Usted consiga: cuerdas de nylon resistentes, rondanas, cinturones de seguridad (para trabajos de altura) zapatos de alpinismo, algunas linternas, guantes de cuero, alicates, barretas y un par de martillos.
-¿Dónde quiere que consiga todo eso?
-Fíjese en el pañol, y si no tiene ¡Encuentrelo como sea! Necesito soluciones, no que me traiga más problemas ¿okey?
-Okey.
-Antes de irse... ¿No me presenta al tipo que lee las mentes? 



2006-03-30 14:29:54
Pestolazzi queda de acuerdo con Mórtimer en conseguir el equipo y se despide.

Pestolazzi no sabe si Mórtimer le propone una subida al Everest, por lo de las cuerdas y toda la parafernalia. Imagina que la tendrán en Cacho's o buscará por ahí. En cuanto al telépata, no cree que Milarepa consiente en nada delictivo. Aunque bien pudiera ser engañado por una causa noble. O puede incluso que el telépata loco, que es anónimo, les asesore telepáticamente. Si bien no se sabe si para bien o para mal.

-Bien, amigo Mórtimer. Yo me encargo de la intendencia, incluso de los bocadillos. Mañana a la misma hora, de noche, y usted manda, que es el que tiene el plan.

2006-03-30 15:07:39
De cómo un encuentro especial cambia el júbilo de Clara para convertirse en algo perturbador

Al oír tan interesante propuesta, acompañada de elogios tan bonitos y respetuosos, Clarita estampa un beso apretado en plena boca de Iñaki, y sale tan aprisa de la cocina, que no le da tiempo a reaccionar.
Quiere contarle a Alvarito sus novedades. Es que Clara es así, una campanita alegre y una apasionada en todo, absolutamente, incondicional, en lo que ustedes piensen.
Ya se imagina en grandes carteles, fotografiada y luciendo algún espléndido modelo sensual, propio de una top model, con un texto que diga, por ejemplo: “y si desea un postre, pregunte por mí”.
En lo que va de la cocina al bar de Mortimer, ya la ha descubierto algún caza estrellas, ha modelado en las revistas más famosas, y firmado un contrato para un par de películas.
-¡Alvarito! –grita-. ¡Alvarito! ¡Noticias excelentes! Tengo que ponerme en contacto con Jhonny, con un fotógrafo, con un publicis...
No puede terminar la palabra. Lo que ve la hace olvidar de su propio entusiasmo. El joven pálido de cabello negro, elegante como el que más está charlando con un niño vestido muy elegante, pero no como niño, y bebiendo algo que no debiera beber un niño.
-¡Mortiiiiiiiiiiiii!!!!! –la voz indignada se le pone aguda-. ¿Estás loco? ¿Cómo le has dado a ese niño un vaso de whisky?
El joven en cuestión, o sea, Alexander, se da vuelta lentamente y le clava los ojos azules, cuya mirada enfría la columna vertebral de Clara.
La pupila parece alargarse como la de un gato, y por un momento, sólo por un momento, hay un reflejo rojo palpitando en la pupila.
Clara retrocede sin sacarle los ojos de encima. Mira al niño. Mira los ojos inquietantes de Alexander.
-Te veo luego, Alvarito...
Y corriendo más rápido que cuando entró, sale sin rumbo, sintiendo que un par de ojos están clavados en su nuca, por mucho que se aleje.


2006-03-31 00:39:45
Clara corre perdida por los pasillos oscuros del hotel, esa mirada no se le borra de la mente. Sigue corriendo perdida y de pronto choca contra una persona que esta de pie mirando por un ventanal.

“Buenas noches, Clara, disculpe el golpe. Permítame ayudarle” dice el hombre que ayuda a la dama a levantarse

“No hay de que disculparse joven, ¿acaso le conozco?”

“Claro que me conoce, nos hemos visto anteriormente por ahí o por allá” dice la figura con una vos burlona.

Clara no distingue a la persona que habla con ella, el recuerdo de la imagen vuelve a su cabeza y sintiendo una extraña confianza en el hombre confiesa lo que le ha pasado:

“Disculpe si sueno a loca, joven, pero he visto algo que me ha dejado impactada. Ese tipo, Alexander, ese tipo no me da muy buena espina.”

“No se preocupe señorita, tal vez es el cansancio de tanto trabajo en el hotel.”

“Puede ser” dice Clara, la luna deja entrar su brillo por una ventana y los ojos azules reaparecen frente a su cara.

“¿Que quieres?” pregunta la asustada mujer

“El hotel es grande, Clara, creo que hay espacio para ambos aquí…”

Clara quiere huir de nuevo pero algo la mantiene en su lugar

“Yo quiero tener una conversación con usted, no se preocupe, mi secretario esta ocupado en estos momentos haciendo su “trabajo” [el joven sonríe]”

“Deja ir al niño, Alexander, el no tiene ninguna culpa de nada”

“De eso quiero hablar, Clara, ¿Qué le parece si llegamos a un trato? Se que el pequeño no merece vivir de esta manera, tomando whisky, en la anarquía absoluta… el se merece unos padres amorosos y una casa bonita…”

“Ve al grano”

“No necesitamos levantar la vos, señorita. Mi propuesta es la siguiente: dejo ir al niño y hago que olvide siquiera que existo en este lugar, incluso puedo hacer que le cause repudio la mención de mi nombre. A cambio tu tomas su lugar…”

Alexander clava sus ojos en los ojos de la desconcertada mujer que no sabe que contestar.

“Puedes ganarte el cielo, Clara, seria un máximo sacrificio por un alma inocente y además puedes tener todo lo que tu quieras trabajando para mi, mientras no aceptes el niño sigue siendo mío, imagínalo siendo mi sirviente por toda la eternidad.”

“Yo... tengo que pensarlo…”

Alexander acierta su mirada e interrumpe:

“El trato esta ahí, Clara, tómalo o déjalo”



Mortimer... o como tratar de volver a ser humano
-Alexander, mi querido amigo-La voz suena tranquila. Con la tranquilidad que precede a las tormentas-Estas distrayendo a mi empleada. ¡Clara! ¡Vete ya! Hay clientes que esperan...
Clara asiente, y se aleja.
-Bueno, Alex, creo que tú y yo tenemos algo de que hablar...
-No lo creo... a menos que su alma este a la venta...
-No, no, no... mi querido Alexander. Parece que estás muy cambiado, desde que pasabas horas penando en al barra de mi bar. Parece que algo a cambiado en tu... ¿vida?... ahora ¿Estas vivo?
-¡Se está burlando de mi!
-No Alex, no me burlo. Es más, me caías simpático muchacho. Estaba dispuesto a jugar en una partida de pócker tu alma y la mía. Total, ya lo había hecho en una ocasión. Y gané... pero, perdí. Hace muchos años, en un pueblito pérdido (en Marruecos) jugué una partida con tu padre.
Alexander empalidece notablemente.
-Le gané a los naipes, y el me otorgó un par de favores. Habrás visto que bebo constantemente, y no me embriago. Ese es solo uno de los dones que me otorgó. A cambio... tuve que renunciar a la mujer que amaba. De todas maneras, fué lo mejor para ella; y tal vez... para mi.
-No me interesan sus historias, solo me interesa Clara, o el niño... o usted.
-Alex, tu no lo sabes, pero casi somos hermanos-Se rió socarronamente-Tu padre estuvo espléndido conmigo, solo que yo de alguna manera también le sirvo a Él ¿Comprendes?
-¿Tu perteneces a...?
-En cierta forma. Te hago una propuesta. Para al apertura del nuevo casino, iba a jugar una partida con Don Sata, pero por lo visto, no está a mi altura. ¿Que opinas de hacer la partida entre tú y yo? Estarían tres almas en juego, para ti. El niño, Clara y yo...
-Si... y usted ¿Que gana?
-Estarías a mi servicio, como cuándo estabas castigado por tu padre...
Las últimas palabras de Mortimer, hicieron palidecer aún más a Alexander. De solo recordar su estado anterior, tembló de ira.
-¿Usted como supo esto?
-Tengo mis contactos, ahí.
Dijo Mortimer, mientras señalaba con el índice el piso.