2006-01-19 13:40:55
Bente está alegre, muy alegre, como es habitual en ella. Sale de la habitación
con los walkman puestos, escuchando a Carlos Vives. Pero unos pasos por delante
ve a su amigo Carlitos con Milarepa, ambos descalzos y con la cabeza inclinada
hacia adelante, muy reflexivos. No puede con la curiosidad y quitándose los
auriculares, hace de detective y los sigue. Se encaminan hacia la Guardería que
se acaba de abrir y entran, con la suerte de que dejan la puerta abierta y ella
puede oirles. Al cabo de dos minutos un olor a incienso le llega al olfato. Oye
que Milarepa le dice a Carlitos que necesita un mantra. Se asoma con cuidado y
los ve sentados en el suelo en la postura de yoga. Y al momento oye a Carlitos
proclamando —Sereno, la quiero, pero sereno. Así hasta veinte veces.
Se apagan las luces, van a salir. La chica sale corriendo para no ser
sorprendida. Algo le pasa al bueno de Carlitos, tiene que tratar de
descubrirlo...
2006-01-23 16:03:25
Pestalozzi ha ido a inspeccionar las dependencias de la guardería, recién
construida.
—Habrá invertido mucho en esta guardería— le dice Brunelli, que va con él.
—¡Buf!, ¡Buf! Si yo le contara, si yo le contara... ¡Buf! —resopla Pestalozzi,
llendo y viniendo por la orilla de los surcos de las coles y estirando con los
pulgares la parte interna de sus tirantes elásticos.— Veremos a ver si estos
feligreses que usted trajo en la cena de Navidad no nos lo ponen todo patas
arriba. Y ése del loro es un buen chorovito, ya lo he visto yo por el comedor
haciendo picias, tirando trozos de melón por los aires y haciendo una orquesta
con los cubiertos y los vasos.
Juanito, mientras tanto, va al despacho del calvo gordo a ver si tiene allí
alguno de sus perfumes. Encuentra tres en el segundo cajón: “Pestilente 5”,
“Fétide” y “Petunium carus”. Va a esparcirlos por el salón de juegos para que
huela bien cuando empiece a funcionar esta tarde.
“Petuniuumm, petuniuumm, aaagghh, aaagghh”, cacarea el loro. Y la sala queda
sumamente perfumada…
2006-01-25 14:18:47
Milarepa visita la guardería y conversa con Carlitos Temprano.
El sabio y profeta Milarepa se mueve por el hotel, descalzo y con su túnica
azafranada arrastrando por el suelo. Le sigue, envuelto en la túnica blanca del
adepto, un gordito, calvo, que no se separa ni un metro de su profeta.
Al enterarse de que se abría una guardería en el hotel quiso visitarla y así se
lo expresó a su discípulo e intérprete. Sin previo aviso compareció en el
local, que aún está en última fase de puesta a punto, y disfrutó de lo lindo
con Juanito y su lorito. Entonces se le ocurrió una idea y le pidió a Carlitos,
a través de su intérprete, que le acompañara a su cuarto, donde, tras encender
inciendo y sentarse en el suelo, en la postura del loto, iniciaron una
conversación enrevesada y ridícula. El gordito intérprete se perdía en la
traducción y Carlitos tenía que preguntar y repreguntar constantemente.
En resumen, la idea de Milarepa es la de traer a la guardería a un grupo de
niños con graves deficiencias físicas y psíquicas. Milarepa conoce y está en
contacto con algunas damas pías, que se dedican a obras benéficas y que han
financiado una asociación de ayuda a niños disminuidos. Pasarían en la
guardería algunas horas al día, siempre que el Sr. Pestolazzi lo aprobara.
Carlitos se entusiasmó con la idea y enseguida quiso salir para comentárselo a
la señorita Bente, pero entonces se puso triste y lloroso y Milarepa tuvo que
preguntarle por la causa de semejante conturbación del ánimo.
Carlitos, colorado como un tomate, se arrodilló ante el sabio, pidiendo perdón
y comentó sus sentimientos, más que amistosos hacia Bente, una adolescente,
menor de edad y puesta a su cargo por el destino.
Milarepa le endilgo algunos sabios consejos sobre el amor, pero le sugirió que
visitara a su tío, el doctor Sun. El podría ayudarle a pasar el mal trago de un
sentimiento que brota donde no debe brotar y luego no hay quien lo arranque,
como una mala hierba. En estas quedaron cuando la señorita Bente les
sorprendió. ¡Menos mal que no pudo oír la conversación!.
2006-01-25 14:29:55
Pestolazzi inicia un periplo por las nuevas dependencias del hotel.
Pestolazzi se queja de que trabaja mucho, aunque nadie le ve hacer cosa que
merezca la pena. Algunos jefes son así, mucho bla-blá, y poco echar una mano.
Es cierto que ha dado carta blanca y cheque en blanco a quienes han decidido
abrir algún local nuevo, pero esa generosidad no es achacable a su persona,
sino al consejo de administracción del hotel. Donde por cierto Alvarito tiene a
un tío, actualmente presidente del consejo, que aceptó la idea que Alvarito le
expuso como propia, aunque en realidad ya había pasado por tantas orejas que
estaba llena de cerumen.
Pestolazzi abrazó a la señorita Bente y agradeció sus desvelos y puesta a punto
de una idea tan magnífica como la de la guardería (antes encerraban a los niños
en un cuarto amplio, acolchado, insonorizado, y les dejaban llorar a gusto).
Estrecha la mano de Carlitos y se ofrece para lo que sea preciso. En es momento
el lorito de Juanito, a quien disgusta el perfume de Pestolazzi, viene volando
y le picotea la nariz. El director sale corriendo camino del cuarto de algún
doctor en medicina de los muchos que hay en el hotel. Y mientras corre piensa
que tal vez no sería malo abrir una clínica o dispensario en el hotel. Allí
podrían estar todos los médicos juntos y atender estas y otras desgracias.
-Un médico, por favor, un médico.
Dice Pestolazzi, al tiempo que maldice de que nunca se los encuentre cuando es
necesario. La punta de su nariz chorrea sangre y un vivo dolor le recorre todo
el apéndice nasal.
2006-01-25 23:32:25
Pasando por la GUARDERIA DEL HOTEL, sin querer, escuché una voz infantil que
decía:
- Carlitos! el tio Milarepara está muy malo."
Y una voz le responde:
- "Entonces cómete el arroz, mocoso de mierda!"
(Fue lo que escuché)
2006-01-26 23:47:03
lo veo pero no lo creo, Carlitos y Bente, mala suerte Rodrigo ahi para la otra.
2006-02-02 16:02:33
Estamos en la Guardería, dándole los últimos retoques, Carlitos y yo. Cuando,
de repente, un coro infantil de enanos estalla al unísono gritando: — ¡Que se
besen, Que se besen! Y se ponen a saltar todos al ritmo.
¿Será posible? Si serán los niños buenos receptores. Ellos se han dado cuenta
antes que Carlitos de que yo lo amo.
— Niños. ¿Dónde pensáis que estáis, pues?, ¿En una boda?
A Carlitos se le ha puesto la cara más colorada que un tomate. Y el loro de
Juanito gruñe: "Beeeseeen, Beeeseeen" Aaagh, Aaagh. Y Rubén, que es
un chico un poco violento le da un manotazo a la jaula y le grita: — ¡Calla,
bicho malo y apestoso!
— ¡Biiicho! ¡Apeestooso!—le responde el lorito.
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