lunes, 10 de agosto de 2020

LA GUARDERÍA DEL HOTEL DE LOS DISPARATES II

 

2006-01-19 13:40:55

Bente está alegre, muy alegre, como es habitual en ella. Sale de la habitación con los walkman puestos, escuchando a Carlos Vives. Pero unos pasos por delante ve a su amigo Carlitos con Milarepa, ambos descalzos y con la cabeza inclinada hacia adelante, muy reflexivos. No puede con la curiosidad y quitándose los auriculares, hace de detective y los sigue. Se encaminan hacia la Guardería que se acaba de abrir y entran, con la suerte de que dejan la puerta abierta y ella puede oirles. Al cabo de dos minutos un olor a incienso le llega al olfato. Oye que Milarepa le dice a Carlitos que necesita un mantra. Se asoma con cuidado y los ve sentados en el suelo en la postura de yoga. Y al momento oye a Carlitos proclamando —Sereno, la quiero, pero sereno. Así hasta veinte veces.
Se apagan las luces, van a salir. La chica sale corriendo para no ser sorprendida. Algo le pasa al bueno de Carlitos, tiene que tratar de descubrirlo...

 

2006-01-23 16:03:25
Pestalozzi ha ido a inspeccionar las dependencias de la guardería, recién construida.
—Habrá invertido mucho en esta guardería— le dice Brunelli, que va con él.
—¡Buf!, ¡Buf! Si yo le contara, si yo le contara... ¡Buf! —resopla Pestalozzi, llendo y viniendo por la orilla de los surcos de las coles y estirando con los pulgares la parte interna de sus tirantes elásticos.— Veremos a ver si estos feligreses que usted trajo en la cena de Navidad no nos lo ponen todo patas arriba. Y ése del loro es un buen chorovito, ya lo he visto yo por el comedor haciendo picias, tirando trozos de melón por los aires y haciendo una orquesta con los cubiertos y los vasos.

Juanito, mientras tanto, va al despacho del calvo gordo a ver si tiene allí alguno de sus perfumes. Encuentra tres en el segundo cajón: “Pestilente 5”, “Fétide” y “Petunium carus”. Va a esparcirlos por el salón de juegos para que huela bien cuando empiece a funcionar esta tarde.

“Petuniuumm, petuniuumm, aaagghh, aaagghh”, cacarea el loro. Y la sala queda sumamente perfumada…


2006-01-25 14:18:47
Milarepa visita la guardería y conversa con Carlitos Temprano.

El sabio y profeta Milarepa se mueve por el hotel, descalzo y con su túnica azafranada arrastrando por el suelo. Le sigue, envuelto en la túnica blanca del adepto, un gordito, calvo, que no se separa ni un metro de su profeta.

Al enterarse de que se abría una guardería en el hotel quiso visitarla y así se lo expresó a su discípulo e intérprete. Sin previo aviso compareció en el local, que aún está en última fase de puesta a punto, y disfrutó de lo lindo con Juanito y su lorito. Entonces se le ocurrió una idea y le pidió a Carlitos, a través de su intérprete, que le acompañara a su cuarto, donde, tras encender inciendo y sentarse en el suelo, en la postura del loto, iniciaron una conversación enrevesada y ridícula. El gordito intérprete se perdía en la traducción y Carlitos tenía que preguntar y repreguntar constantemente.

En resumen, la idea de Milarepa es la de traer a la guardería a un grupo de niños con graves deficiencias físicas y psíquicas. Milarepa conoce y está en contacto con algunas damas pías, que se dedican a obras benéficas y que han financiado una asociación de ayuda a niños disminuidos. Pasarían en la guardería algunas horas al día, siempre que el Sr. Pestolazzi lo aprobara.

Carlitos se entusiasmó con la idea y enseguida quiso salir para comentárselo a la señorita Bente, pero entonces se puso triste y lloroso y Milarepa tuvo que preguntarle por la causa de semejante conturbación del ánimo.

Carlitos, colorado como un tomate, se arrodilló ante el sabio, pidiendo perdón y comentó sus sentimientos, más que amistosos hacia Bente, una adolescente, menor de edad y puesta a su cargo por el destino.

Milarepa le endilgo algunos sabios consejos sobre el amor, pero le sugirió que visitara a su tío, el doctor Sun. El podría ayudarle a pasar el mal trago de un sentimiento que brota donde no debe brotar y luego no hay quien lo arranque, como una mala hierba. En estas quedaron cuando la señorita Bente les sorprendió. ¡Menos mal que no pudo oír la conversación!.

2006-01-25 14:29:55
Pestolazzi inicia un periplo por las nuevas dependencias del hotel.

Pestolazzi se queja de que trabaja mucho, aunque nadie le ve hacer cosa que merezca la pena. Algunos jefes son así, mucho bla-blá, y poco echar una mano. Es cierto que ha dado carta blanca y cheque en blanco a quienes han decidido abrir algún local nuevo, pero esa generosidad no es achacable a su persona, sino al consejo de administracción del hotel. Donde por cierto Alvarito tiene a un tío, actualmente presidente del consejo, que aceptó la idea que Alvarito le expuso como propia, aunque en realidad ya había pasado por tantas orejas que estaba llena de cerumen.

Pestolazzi abrazó a la señorita Bente y agradeció sus desvelos y puesta a punto de una idea tan magnífica como la de la guardería (antes encerraban a los niños en un cuarto amplio, acolchado, insonorizado, y les dejaban llorar a gusto).

Estrecha la mano de Carlitos y se ofrece para lo que sea preciso. En es momento el lorito de Juanito, a quien disgusta el perfume de Pestolazzi, viene volando y le picotea la nariz. El director sale corriendo camino del cuarto de algún doctor en medicina de los muchos que hay en el hotel. Y mientras corre piensa que tal vez no sería malo abrir una clínica o dispensario en el hotel. Allí podrían estar todos los médicos juntos y atender estas y otras desgracias.

-Un médico, por favor, un médico.

Dice Pestolazzi, al tiempo que maldice de que nunca se los encuentre cuando es necesario. La punta de su nariz chorrea sangre y un vivo dolor le recorre todo el apéndice nasal.

2006-01-25 23:32:25
Pasando por la GUARDERIA DEL HOTEL, sin querer, escuché una voz infantil que decía:
- Carlitos! el tio Milarepara está muy malo."
Y una voz le responde:
- "Entonces cómete el arroz, mocoso de mierda!"
(Fue lo que escuché)

2006-01-26 23:47:03
lo veo pero no lo creo, Carlitos y Bente, mala suerte Rodrigo ahi para la otra.

2006-02-02 16:02:33
Estamos en la Guardería, dándole los últimos retoques, Carlitos y yo. Cuando, de repente, un coro infantil de enanos estalla al unísono gritando: — ¡Que se besen, Que se besen! Y se ponen a saltar todos al ritmo.

¿Será posible? Si serán los niños buenos receptores. Ellos se han dado cuenta antes que Carlitos de que yo lo amo.

— Niños. ¿Dónde pensáis que estáis, pues?, ¿En una boda?

A Carlitos se le ha puesto la cara más colorada que un tomate. Y el loro de Juanito gruñe: "Beeeseeen, Beeeseeen" Aaagh, Aaagh. Y Rubén, que es un chico un poco violento le da un manotazo a la jaula y le grita: — ¡Calla, bicho malo y apestoso!
— ¡Biiicho! ¡Apeestooso!—le responde el lorito.

 

 

 

 


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