sábado, 2 de enero de 2021

EL RESTAURANTE DE ALPEDRETE I

EL RESTAURANTE DE ALPEDRETE




EL RESTAURANTE DE ALPEDRETE.


Aloixius Alpedrete, contagiado por la nueva política del Hotel, también quiso independizarse y formar una sociedad para regentar el restaurante. Pestolazzi, le respondió:

-¿Qué se ha creído usted?. ¿Qué hemos llegado al capitalismo salvaje, en el que cada proletario será su propio empresario y la economía se convertirá en la globalización autárquica?. Usted es proletario y de gracias a la generosidad de mi corazón el que no lo transforma en proletario en paro ¡ipso facto!

No había más que hablar. A continuación Pestolazzi le exigió que rematara las obras del restaurante para acoger la fiesta de carnaval. No se olviden que el restaurante es muy amplio, y más si se quitan las mesas, y da a la piscina, con su terraza, sus trampolines gigantescos, una pasarela que comunica el restaurante y la piscina y ésta con los jardines. Una gran fuente con figuras mitológicas y la piscina, enorme, más que olímpica, y otra para los infantes y adultos que no sepan nadar.

-Usted se hace responsable de que el programa de festejos se cumpla en su integridad y que nadie se desmande o verá lo que es bueno.

Alpedrete mira el restaurante y se le cae el alma a los pies: lo que está, está, y lo que no está no está. A la entrada, por el vestíbulo, hay un gran atril en el que se anotarán las reservas. Allí se situará Alpedrete o alguno de sus ayudantes, para controlar las reservas. Las mesas son espléndidas, estilo rococó, sillones Luis XV y mesas de caoba con ligero revestimiento de mármol. Paredes decoradas con algunos cuadros del museo de Asterión, prestados para la ocasión y que no se sabe cuándo serán devueltos. Lo más llamativo es un telón de acero que separa el fondo del resto del restaurante. Con un artilugio del profesor Cabezaprivilegiada se corre y se descorre. Tras él comerán los fumadores, como apestados en su propio humo, ya que no hay ventanas, ni huecos, ni aire acondicionado. Faltan camareros, faltan colaboradores, faltan cubiertos y vajilla, casi falta de todo. Pero hay que abrir para el gran carnaval. El programa es el siguiente, según Pestolazzi:

Los participantes desfilarán disfrazados, pasarán por el restaurante, caminarán por la pasarela y en lo alto de los trampolines se quitarán la máscara y se presentarán. Luego continuarán desfilando. Si hay comparsas (al parecer Brunelli y otros huéspedes han decidido formar una comparsa) lo harán todos a la vez. Habrá música variada y todo tipo de diversiones, bailes, encuentros, desencuentros... Cuando Pestolazzi lo ordene se apagaran las luces, como si fuera un apagón y que cada cual se busque la vida como pueda...Al parecer Pestolazzi sufre un delirio paranoide (cree que todos los huéspedes lo persiguen) y quiere acabar con ellos. Tiene preparadas algunas sorpresas desagradables. Creo que hasta un incendio. Los carnavaleros tendrán que refugiarse en la piscina y ver cómo salen de ésta. Habrá más sorpresas, pero antes... el desfile, las comparsas, la música, el baile... Alvarito, con los patines regalo de Mórtimer y una campanilla en la mano, irá avisando a los participantes cuando se salgan del guión o se desmanden y vayan por su cuenta o se pierdan y no sepan por dónde andan.

Y ahora cortemos la cinta y QUEDA INAUGURADO EL RESTAURANTE DE ALPEDRETE.




2006-10-01 05:08:10

OJO, OJITO, ESTE FORO ENTRA EN LA REESTRUCTURACION DEL HOTEL. MIENTRAS DECIDO SI SE UNE A LAS COCINAS DE IÑAKI O SI QUEDA "HIBERNADO" MOMENTANEAMENTE LES RUEGO NO ESCRIBAN Y SI NECESITAN COMER ALGO VAYAN AL BAR DE MÓRTIMER QUE SIGUE EN ACTIVO Y EN FORMATO LIBRE.

ALPEDRETE E IÑAKI CHARLAN, AJENOS A LO QUE SUCEDE EN EL RESTAURANTE

Tras atender, mal y deprisa, a Matilde y al Bola, Alpedrete regresa a la mesa, donde se encontraba charlando con Iñaki. Entre pincho y pincho y vinillo y vinillo ambos comentaban el fracaso estrepitoso de la cocina y el restaurante.

-No es por nada -dice Iñaki- pero no me sorprende que el restaurante vaya mal. Usted es seco, muy seco, Alpedrete, y los comensales quieren una cara simpática y un chiste de vez en cuando.

-Pues no me diga usted, Iñaki, que con su pinta de oso, y no precisamente amoroso, ha conseguido mucho más de lo que he logrado yo.

-Bueno, bueno, no se enfade, Alpedrete. Creo que se me acaba de ocurrir una idea genial. Aprovechando que el profesor nos ha regalado un agujero dimensional, entre el restaurante y la cocina, una especie de montacargas, me gustaría proponerle un trato. ¿Por qué no unimos el negocio, socios a partes iguales, y cambiamos el formato? ¿Qué le parece un bufé libre con toda clase de ricas viandas?

-¿Y qué pintaría yo?

-Pues acompañaría a los huéspedes a las mesas libres, les daría la carta de vinos y licores y dejaría que se sirvieran a su gusto.

-Pues de acuerdo, Iñaki. Eso me daría menos trabajo.

-Estoy pensando en hacer un bufé pequeñito, al lado del grande, para los que estén a dieta. Creo que me decidiré por la dieta de los grupos sanguíneos. ¿La conoce?

-Ni me interesa.

-Bueno, pues vaya pensando en ello. Y mientras tanto atienda a esa gorda y a su hijo, que nos dejarán sin bufé el primer día. Y hable de la dieta de los grupos sanguíneos. A ver si pican .
Alpedrete

Matilde y sus cien kilos de peso entran a duras penas por las puertas del Restaurante de Alpedrete junto con el niño de sus entrañas "El Bola".

- ¡Maitre! ¡Maitre! llama con voz estruendosamente chillona, desagradable.

- Mande, señora.
_ Dos desayunos continentales, si hace el favor.
- CON-TI-NEN-TA-LES, dice como no entendiendo a personaje tan variopinto y de gran exquisited en el lenguaje.

- ¡Siiii! Zumo de naranja, beicon, huevos, tostada, pan, mantequilla, y café au lait.

- ¿café olé?

- No, no café au lait, con leche, ¿a que academia de hostelería asistió usted? Y deprisita que tenemos hambre.

- Eso, mami, dale duro. Es bien lento este maitre, por lo viejito supongo.

- El maitre ni caso, el pide en el officce del restaurante el pedido de la mesa 13, y se va a fumar uno de sus puros a la salida tranquilamente. Es tan tranquilo, que nada le perturba.

- "Nuevos ricos, se dice para sí"
Mirta Bertulozzi

2006-09-12 13:49:23
Cándida lee los versos, enmudece. Algún alma atormentada se sentó en este mismo banco. Alguien con suma sensibilidad, alguien que es un poeta, quizas.

Está firmado con unas iniciales tan sólo "R. C." Son las mismas de Rodrigo pero no, sería mucha casualidad.

En ese mismo momento Rodrigo hace su maleta con destino a su país. No sabe que coincidirá en el avión con la muchacha que perdió su vuelo dónde viajaban todos los técnicos y miembros de su grupo.


Cándida

Las ultimas palabras de Candida retumban en la perturbada mente del muchacho, este se lleva la copa a los labios y da el ultimo trago a su absenta, un nombre emerge de lo mas dentro de su inconsciente: Ximena…

Fue una fatídica noche en un bar de mala muerte cuando conoció a esa mujer de complexión delgada, baja estatura y piel morena. Rodrigo tocaría esa noche por primera vez y los nervios le devoraban. La muchacha en si, se levanto y se le acerco.

“¿Por qué tiemblas?”

“Tengo nervios, nunca he tocado en vivo”

“No te preocupes, no creo que mucha gente escuche, la mayoría están borrachos o alterados yo soy la única sana aquí”

Rodrigo rió por primera vez en su vida y sus ojos se llenaron de luz

“Me llamo Ximena” dijo la chica “¿Cuál es tu nombre?”

“Soy Rodrigo…”

Una voz exterior hace que el joven regrese a la realidad, es el maître y quiere cobrarle.

“Cárguelo a mi cuenta” dice el muchacho “Con su permiso, que tenga una buena noche”

Y el joven sale del predio…


Rodrigo Centeco
2006-09-10 13:37:40
.Cándida antes de atravesar la puerta del restaurante, mira hacia el joven Rodrigo. Mientras le dice "Querido te espero dentro de media hora en el bar de Mortimer. No me falles"

Tía Angustias llega del pueblo apresurada. Su familia la necesita. Lo primero es lo primero. Necesita tomar algo ligero.

-¡Maitre! Por favor, ¿me puede atender?

Aloixius Alpedrete, maitre del restaurante no dá crédito a sus ojos. Hoy es un día muy movido en el Restaurante, apenas tienen viandas paara atender a tantos clientes.

_ Señora la comida se ha terminado, pero puede degustar una gran variedad de sanwichs y empanadas elaboradas en el horno del restaurante. Fabricación totalmente artesanal.

- Cualquier cosa estará bien. Va vestida de monja, el ropaje obligado para entrar al restaurante. Se ríe para si misma de pensar que alguien la pueda confuncir con una monja, ella que es atea de toda la vida.

Observa la mesa del fondo donde dos tórtolos juegan al juego más hermoso: el de la seducción.

El maitre, presto le sirve las viandas. Ella empieza a degullir y pensar en su familia un atajo de vagos que siempre acuden a ella cuando tienen problemas: los Bertoluzzi.

Despues subierá a sus habitaciones. Ahora lo primero es comer.

Tia Angustias


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