sábado, 13 de octubre de 2018

EL BAR DE MÓRTIMER LXI




2006-09-14 23:51:56
Rodrigo se encuentra de nuevo en los jardines, esta vez con una pluma en la mano y un altero de hojas. Escribe furiosamente sobre un papel, lee, lo arruga y lo tira. Por su mano rueda una gruesa gota de sangre rojo oscuro, una cortada profunda en el antebrazo llora amargamente, Rodrigo continua sin darle mucha importancia.

Las estrellas ahora brillan sobre su cabeza, el joven se acuesta sobre la banca y las contempla. “Si pudiera llegar allá donde el dolor no existe…” piensa y mira su brazo “mira lo que has hecho y la ponzoña no sale, la necesito a mi lado… la necesito a mi…”

Unos pasos le interrumpen, se levanta de golpe y observa una silueta que se aproxima. La luna no deja distinguir de quien se trata pero un par de ojos azules le delatan.

El muchacho se pone de pie y se acerca a la figura que se encuentra frente a el, abre los brazos y la envuelve.

“No quiero soltarte, dejarte ir” dice “si lo hago se me va la cordura…” y unas lagrimas calladas bajan hasta alojarse en su barbilla.


2006-09-15 03:12:28
-¡Oiga, suélteme! ¡qué atrevido!- Lastenia forcejea para sacarse al joven de encima, que la abraza e intenta besarla. Pero luego de la sorpresa inicial, lo deja hacer (¡y lo disfruta!)
-Bueno, ahora sí ya puede prender la luz... ¡Oh! tiene una cortada en el brazo... Pero... ¿Qué hace? ¡Se está cortando el otro también! ¿¿Se va a tirar por la ventana?? ¡Nooooo!! ¡Espere! Nadie se va a enterar de esto... ¿Qué? ¿Cómo que se quiere matar por el asco? ¡Tampoco es para tanto! Ni que yo fuera Cuasimodo... Venía a avisarle que la de los ojos azules está con un catarro terrible, y parece que es muy contagioso... espero que no sea tarde también para usted...
¡Está bien, ya me voy, ya me voy, deje de lavarse la boca con detergente!
Ahora dirán que soy una vieja comedida que se mete en medio de las escenas románticas... pero es que están ligando en todas partes, y no sabía dónde entrar...

2006-09-15 05:52:59
Cándida permanecía en su habitación aquejada de una fuerte gripe, el invierno, cambio de temperatura con su cálido país. Tiene más de cuarenta grados parece que delira:

“Rodrigo, no por favor ahora no es demasiado pronto” En sus sueños ve a un muchacho delgado, moreno, de tez oscura tocando una triste canción a la guitarra. Es bueno, quizá quiera que le contrate en mi banda”

Se revuelve en las sábanas con el tenue camisón cubierto de sudor “esta vez el muchacho no es el, es la temible muerte que viene a buscarla, que la quiere engañar con las facciones del bello muchacho”. Nooo, nooo, por favor no, otra vez no” Se despierta sin saber dónde está. Temblorosa llama al recepcionista del hotel, que le traigan un caldo muy caliente.

Se mira sus manos llenas de pulseras, se las quita y sólo ella puede ver los cortes en las muñecas, el amor aquel, el abandono, su risa, de cómo se burló de ella, de que no respondiera a sus llamadas, ni a sus cartas. Nada, sólo silencio. Ese muchacho, gran torero valiente ante los ruedos pero cobarde ante una mujer enamorada. Tan cobarde como dar una callada por respuesta.

Eso sucedió el año pasado. Los medios de comunicación, su manager lo ocultaron. Temía ir a México, el también toreaba en las mismas fechas que se encontraba en el lugar vecino. En realidad no sabía si suspender toda la gira. Necesitaba reposar, como dijo el especialista. Podría perder la voz.

Rodrigo no sé si se habrá marchado del hotel, andará esperando que acuda a la cita al restaurante, yo no puedo ir.

_ Por favor, recepcionista me puede poner con la habitación de Rodrigo Contece, el huésped de la habitación 500.

Al cabo de una pausa que parece eterna.

- Lo lamento, el Sr. Contece no se encuentra en su habitación, ¿Quiere dejarle algún recado?

- No, no es necesario. No importa.

Pulsó el mando del televisor pero la cabeza le daba vueltas, se quedó dormida de nuevo.

 2006-09-15 12:12:04 
Rodrigo, después de su desagradable encuentro, camina apresurado rumbo al cuarto de Candida. “ella me ayudo una vez, tengo que devolverle el favor”

Toca la puerta y nadie responde, insiste, no hay respuesta. Intenta forcejear la puerta pero no tiene la suficiente fuerza.

No le importa el contagio, si ha de morir por la mujer que ha marcado su vida lo hará dignamente, ella se ha vuelto su única razón y existencia, espera sentado afuera del cuarto, ninguna fuerza humana lo moverá de ahí.


2006-09-15 12:56:46
Mirta Bertoluzzi sale dándo un portazo de la habitación. Su marido no quiere ir de excursión. Irá ella solita. Vestida con una minifalda y una blusa fucsia, sus orondas carnes luchan por escaparse, salir libres al viento. Ella es muy moderna y siempre sigue las últimas tendencias.

Tropieza con un muchacho tirado en la puerta de la "star" Cándida.
Ella no le puede dejar ahí, desangelado. Ella siempre ayuda a la gente, como cuando en la Parroquia Cantaba en el Coro junto al Padre D. Jaime.

_ Muchacho ¿Qué te pasa?
_ No puedo entrar. La puerta está atascada temo la haya sucedido algo.
_ No sería la primera vez.
_ ¿A qué se refiere señora?
_ Me lo contó mi prima Aurora que era la maquilladora de Cándida por aquel entonces.
No se lo digas a nadie, pero resultó que ella tuvo amores con el famoso torero español Cayetano Ribeiro. Algo debió pasar muy fuerte que ella intento s-u-i-c-i-d-a-r-s-e. "Dijo esta palabra lentamente, deletreando todas las letras como si fueran un pecado."

Rodrigo miró a la gorda con malestar, era una vieja chismosa que encima contaba los secretos de Cándida.

Ahora empiezo a entender muchas cosas. Es muy frágil, cómo de cristal. Es una mujer sensacional, en su aparente fortaleza hay un ser frágil.

Voy a llamar al botones que abra inmediatamente la habitación.

En ese instante Cándida abrió la puerta.



 2006-09-15 13:07:09 
Con una cascada de cabellos rubios cayéndole sobre los hombros se quedó mirando asombrada a la señora gruesa y a Rodrigo.

- ¿Ocurre algo Rodrigo?
- Disculpa mi atrevimiento, pero pensé que te encontrarías mal, si en algo te puedo ayudar. ¿Necesitas algo?
- No, gracias. Llamé al botones para que me traiga algo. Me estoy aburriendo mortalmente viendo los canales de televisión. Al parecer cogí una fuerte gripe.
Es mejor no te acerques, no quisiera contagiarte por nada del mundo.
- No, parece que se avecina una tormenta y el día esta gris. Como mi humor. No estoy en mi mejor día, disculpa.
- Ya somos dos. A mi me duele todo el cuerpo.
- ¿Te importa que te haga compañía? Creo que quedaron cosas pendientes, y debes una explicación. Fuí un maleducado al no acudir a tu invitación al concierto.
_ Pasa, siéntate Rodrigo.

El muchacho se acomodó un poco nervioso en el salón de la habitación. Era más lujosa que la suya.

La miró, sin maquillar parecía una niña, una dulce niña.


 2006-09-16 23:15:28 
Rodrigo esta nervioso, las manos le sudan y siente un leve temblor que le recorre el cuerpo. Recuerda lo que la señora le dijo y piensa para si mismo: “Ella estuvo con un torero… carajo…. ¿Cómo me puedo comparar con un torero? ¿Y si mejor no le digo nada? Ella no merece a un pequeño y débil espagueti como yo… merece a un hombre valiente como un torero, alguien que le pueda dar una vida elegante, ¿yo que le puedo dar? Vivo de lo que me pagan en los lugares en los que toco, no tengo un hogar fijo, vivo en moteles de mala muerte… esta mujer es demasiado para mi”

El muchacho observa los ojos azules de Candida, siente que el corazón se le quiere salir, se ha dado cuenta de que es mas bella de lo que pensaba.

“Me gusta tu habitación” dice, los nervios se lo quieren comer vivo, gotas de sudor invaden su frente.

“Es cómoda y elegante, nada que ver con la mía, la mía es un completo desastre. Hay hojas por todos lados, plumas y botellas vacías... (Silencio, el joven piensa: “¿que diablos digo, botellas vacías? Va a pensar que soy un borracho, se ve preciosa a pesar de no estar maquillada, y esos ojos azules…”)

Rodrigo busca un cigarro en su bolsillo y solamente encuentra el encendedor, con una voz casi cortada continua.

“Fíjate que me recuerdas a alguien que conocí en Texas, ella era esposa de un ranchero rico. Tú sabes, en esto de ser bohemio de bar, uno conoce a todo mundo. ¿Te molesta si fumo?... [“Claro que le molesta, esta enferma so-tonto y además no traes cigarros”] No te preocupes por la cita, estamos en época de resfriados y a todos nos puede dar uno, a mi hace mucho que no me da un resfriado… [“¿esto es lógico?] En fin, quiero hablar con Mortimer a ver si me deja presentarme en el bar, necesito algo de dinero si quiero permanecer en este lugar y seguirte viendo [“ya te descubriste, animal”] digo, eres una persona agradable con la que puedo tener una platica amena y te considero una buena amiga [“¿¡una buena amiga!?, ¡tu no quieres que solamente sea tu amiga!”] bueno, además eres una chica muy hermosa y especial… [“carajo, ¡no dice nada!] me hubiera gustado haberte visto en el concierto pero necesitaba un poco de tiempo para mi mismo, he pensado mucho en ti y…”

Silencio, Rodrigo se limpia el sudor de las manos en el pantalón y por su mente corre: “ya metí la pata”

Las palabras han topado con pared. Observa a Candida fijamente a los ojos, sus intenciones se han descubierto y los nervios crecen, quiere levantarse y brincar por la ventana, quiere escapar de ahí pero esta atado, los pies se le han vuelto como de agua y la chica en cuestión no profesa ninguna palabra.

“Y…” la voz comienza a temblarle, calla otra vez y agacha la cabeza. “se que no soy la gran cosa, pero…” no encuentra las palabras correctas para expresarse, ya no puede con la presión y de pronto… un fuerte toquido en la puerta, Candida se dirige a abrirla y Rodrigo se queda ahí, pensativo, con las palabras bailando danzones con el silencio.


 2006-09-16 23:44:23 
“Buenas noches, la señorita Candida, supongo. Disculpe la interrupción ¿estaba usted ocupada? Me lo imagine, mi visita durara solamente unos cuantos minutitos, ¿le molesta si entro a la habitación? Muchas gracias.”

Alexander entra al cuarto de Candida y observa al muchacho depresivo sentado en un sillón, ríe para si mismo. “Oh, olvide presentarme, mi nombre es Alexander Trevelan, ¿Qué a que se debe mi visita? Me entere de que sufre de un fuerte catarro y he venido a hacerle una consulta gratis, estudie medicina en mi tierra natal y además conozco las propiedades medicas de las plantas, tengo los mejores remedios sobre la faz de la tierra, si no me cree pregúntele a su compañero, le he arreglado los dedos después de que una vieja loca se los volara con una pistola de rayos láser. En fin, basta ya de charlatanería y veamos que es lo que le pasa”

El joven medico saca el estetoscopio de su maletín, sopla calidamente sobre la campana y la pone sobre la espalda de la chica. Escucha los pulmones de Candida, el corazón, toma su pulso, la temperatura corporal, en fin, hace la rutina que le fue impartida en el colegio.

“Vaya, esto es mas serio de lo que me imaginaba, pólipos en la garganta e influenza, quién le dijo que su padecer en una gripa debe de ser un graduado de la universidad de los médicos/brujos del África” ríe. “No debe de forzar la voz para nada y tampoco debe de estresarse, si lo hace su condición se va a empeorar.” De su maletín saca una botella con jarabe y una botella con píldoras, “El jarabe tómelo tres veces al día con cada comida, las píldoras solamente antes de dormir, siga la prescripción durante una semana, vera como mañana estará como nueva, no, no se moleste por mis honorarios, siempre es un placer atender a damas tan bellas como su merced, que pase una esplendida noche.”

Alexander toma la mano tersa de la dama y la besa, hace reverencia y se aleja caminando.

“Al parecer tengo competencia, veremos cuanto tiempo dura la cordura de Rodrigo, por lo pronto necesito hablar con Mortimer.”


 2006-09-17 07:31:41 
Tu crees? Me ha mandado un montón de mejunjes, potingues, pastillas. Me niego a tomar nada hasta que no hable con mi médico personal. No fumaré ni la voz la forzaré.

Esta situación me está desbordando. No conozco a nadie, a parte de tí Rodrigo. En este hotel son gente muy extraña.

Una pitonisa me tiró las cartas, y me dijo que mi destino era retroceder al pasado. ¿Qué pasado? ¿Ese pasado que intento olvidar? Esa cama de hospital, rodeada de médicos y enfermeras. Ese comecocos intentando hurgar en mi mente.

Ellos no entienden que sólo era amor, tan sólo amor. La persona equivocada quizás. ¿Qué intenté suicidarme? ¿Y qué?

Mi mejor amiga me telefonea y me dice si soy depresiva que hay unas pastillas mágicas que van muy bien algo así como prozac. No quiero estar drogada, no quiero tomar nada de nada. No entienden, ella no me entiende.

No saben el por qué de mi dolor, el porque de mi sufrimiento. El ir de una ciudad a otra, en volcarme en la gira, el ser el alma del grupo. En componer, en mostrarme semidesnuda ante miles de espectadores. Han querido hacer de mi la nueva Pau Rubio. Y no, no soy ella. Soy muy diferente.

Ni siquiera me gusta cantar rock. Esta vida me hastía, me aburre, me deprime. Sí, me deprime todo en sí. La falsedad de las gentes. Estan contigo cuando estas en tus momentos más altos de la fama, el poder, el dinero. No se acuerdan de tus momentos bajos, de tus neuras, de tus sentimientos.

Si tuviera delante a esa bienintencionada amiga, la diría cuatro cosas: en primer lugar ni es colegiada, ni es médico, ni es psicológa, ni es psiquiatra.

¡A mí, a mí a Cándida Superstar! Creí que era mi amiga. No, no estoy depresiva, pero casi si no hablo y estallo. Alguien en quien confiar.

Se vuelve y le mira ¿Puedo confiar en tí, Rodrigo? Dime ¿En quién puedo confiar que no me venda despues?

No te deslumbre el lujo, la fama. Soy una persona como otra cualquiera, con mis más y mis menos.

Soy sensible, romántica, soñadora, soy una artista, pero han hecho de mí un producto de marketing. Es lo que me molesta.

Si te hablara de los hombres que se han acercado a mi por la fama, por el dinero, por mi status. Entonces... no acabaría la lista.

Sólo cometí ese error en mi vida, amar al hombre equivocado. No me quiso, ni supo amarme. Era yo demasiado jóven e inexperta.

Jamás he vuelto a estar con ningún otro hombre, me cuesta enamorarme, mostrar mis verdaderos sentimientos, me cuesta hablar de mi, de lo que pienso, siento, de mis sueños. Me es muy díficil.

Estas muy silencioso, claro apenas te dejo hablar. No me extrañaría que abrieras esa puerta y salieras corriendo.


  

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