sábado, 19 de febrero de 2011

Inauguración del congreso de humoristas










NOTA: La llegada al Hotel de los Disparates, antes Hotel “Joie de vivre”, Alegría de vivir en francés, del primer personaje, Olegario Brunelli, el humorista “number one”, tenía una causa o motivo bastante lógico: allí se celebraba el congreso mundial de humoristas, al que Olegario acudía a pesar de no haber sido invitado por su presidente, el Sr. Almirante, su odiado y acérrimo enemigo. Nunca se completó el episodio de este congreso, pero por dónde iban los tiros lo podrán saber si leen el esbozo que sigue.



INAUGURACIÓN DEL CONGRESO

HORA: 10 horas a.m. del día H.

LUGAR: Hotel "Joie de vivre". Vestíbulo. Conserjería. Detrás del mostrador donde existe un sistema de megafonía conectado con todas las habitaciones y recovecos del hotel.

Se va a producir el desembarco de Normandía... digo el desembarco de los humoristas en su congreso por la paz.

Se oye un carraspeo por los altavoces. El volumen parece haber sido puesto al máximo porque los cristales han retemblado como si se acabara de producir un terromoto de seis grados en la escala Richter. Uno, dos, probando...Uno, dos, probando...De pronto los altavoces comienzan a ladrar la consigna: "Por favor, por favor, please, sil vous plait...Todos los humoristas del congreso mundial por la paz, por la risa en nuestro entorno violento, por la diversión antes que la profesión, preséntense de inmediato en el salón de los pasos perdidos. Verde para los sorderas, con un escalón mortal de necesidad para los cegatos, con olor a madreselva y papaya para los narizotas, con columnas de alabastro para los manitas... y según se sale de los ascensores, a mano derecha, para los pragmáticos, seguidores de la orientación espacial, con tendencias políticas dominantes o sencillamente... diestros. Para los que no saben dónde tienen la mano derecha, más vale que se lo pregunten al botones, un servidor de ustedes...

Vamos, vamos, no se hagan los remolones y dejen de roncar, que el presidente, Sr. Almirante, tiene ya la boca en el micrófono y la mano derecha bajo el sobaco izquierdo, donde guarda su magnum 45. Se lo digo específicamente a usted, Sr. Brunelli. Tiene exactamente cinco minutos para presentarse en el salón de los pasos perdidos, vestido de etiqueta y con la peluca en su sitio...

Ladys and gentelmens. Última llamada para los pasajeros del vuelo sin motor, 3-2-1 o tírese desde diez mil pies de altura, sin paracaidas, y ya verán la risa que les da. Usted, usted, Brunelli, que le estoy viendo, que se acaba de poner la pelúca del revés...

El botones continúa sus bromitas pachangueras de las diez de la mañana, deteniéndose un momento cuando no puede contener la risa. Se carcajea detrás del mostrador en el que está solo (el conserje libra hoy precisamente).

El primero en tomar el ascensor desde el primer piso (no le dejaron dormir en el sótano como acostumbra) es Luciferino, imitador divino donde los haya, quien con su famoso muñeco chino Man Lin Piao, lleva media hora esperando el momento de acudir al salón de actos. Luciferino ha dormido como una rosa sin percibir los ronquidos de Brunelli, ni el apocalipsis posterior, gracias a sus poderes autohipnóticos que le enseñó su terapeuta de cabecera, el doctor Carlo Sun, discípulo de Jung, para curar su insomnio crónico. Las voces de sus muñecos no dejaban de susurrarle en las orejas, noche y días.

Ha tenido tiempo de darse un baño, de perfumarse con esencia Luciferina (el perfume de Costian Dar al que el imitador divino sirve de imagen publicitaria a cambio de diez millones de dólares a tocateja). También ha tenido tiempo de desayunar café con tostadas, untadas en mantequilla y mermelada de fresa, huevos revueltos con jamón ibérico-pata-negra-de-cerdos-alimentados-con-bellota, zumo de papaya natural, dos croissants con mantequilla francesa. Ha repetido café y luego se ha puesto a leer el periódico Journal de noticias alegres. Ha terminado muy pronto, se ha embutido el frac, se ha colocado en la mano derecha a su muñeco preferido, Man Lin Piao y ha salido al pasillo. Su muñeco ha protestado energicamente en su chino-inglesado-afrancesado-españolizado: No touch mon Caolín, cerdo manieriste, o chompel nalil.

Todo esto y más, ha sucedido mientras el hotel retumbaba con los ronquidos de Brunelli que no ha dejado de roncar cada uno de los segundos de la noche aciaga. El botones vuelve a llevarse el micro a la boca, luego de carcajearse a gusto y gana, y continúa ladrando consignas.

El resto del hotel, con excepción del Sr. Almirante y del susodicho botones, dormía placidamente hasta que los ladridos simpático bandido les han puesto en pie de guerra. No hay como tener sueño para poder dormir, que decían en mi pueblo.

Y con su permiso paso los trastos de la narración a mi colega y sin embargo amigos, Lotario, el reportero más dicharachero del diario, quien antes de cocinero fue fraile y antes de fraile narrador de eventos deportivos, especialmente futboleros, para la radio. Como ustedes observarán, su lenguaje-disparo-a-puerta nos permitirá darle a esta narración el ritmo adecuado a la velocidad de película de cine mudo, con la que los humoristas y asistentes al congreso,van a salir disparados de los ascensores.

"Buenos días "pa" todos. Les habla Lotario, el reportero más dicharachero de la radio desde el hotel Alegría de vivir (no sé francés ni falta que me hace) donde se está celebrando un extraordinario evento deportivo, quiero decir humorístico- en el salón de los pasos perdidos. Retransmisión que lleva a cabo la cadena de emisoras globalizadas KMG y patrocinado por la firma Biotecnología última generación Limited de Sillycon Valley. Que les recuerda a ustedes su último ingenio, la mano marchosa que les hará cosquillas en sus puntos más sensibles. Ji,ji...Ji,ji.. Jujuju.

Y ahora entrando por banda izquierda aparece una señora que está buscando algo, muy nerviosa ella, no es el balón, no señores, sino,sino...la puerta del salón de actos. No consigue encontrarla. Su nerviosismo llega al histerismo a tan temprana hora de la mañana. Algo comprensible dados los ladridos que les ha soltado nuestro botones particular. Saca de su bolso, una cajita de laca china y...y...y...se toma una pastilla, cuyo color no se aprecia desde tan lejos. Pero el partido no tiene respiro porque desde el centro de la cancha aparece...aparece...

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